jueves, 2 de diciembre de 2010

Mapa del Virreinato del Río de La Plata y análisis de las unidades territoriales, los aspectos económicos y recursos naturales.

En 1776, Carlos III creó el Virreinato del Río de la Plata, que abarcaba las actuales repúblicas de Argentina, Bolivia (entonces, Alto Perú), Paraguay, Uruguay (entonces, Banda Oriental), parte del estado brasileño de Río Grande del Sur y una salida al Pacífico, hoy perteneciente a Chile.
En 1782, el Virreinato del Río de la Plata fue el primero que se subdividió de ocho intendencias: Buenos Aires, Asunción del Paraguay, Córdoba del Tucumán, Salta del Tucumán, Charcas, Potosí, Cochabamba y La Paz. También se organizaron cuatro gobiernos político-militares en las fronteras con el Brasil: Montevideo, Misiones, Moxos y Chiquitos. Para organizar la justicia, en 1785 se creó la Audiencia de Buenos Aires.
La entrada en vigencia del Reglamento para el Comercio Libre en 1778 permitió la apertura del puerto de Buenos Aires y la instalación de una Aduana, lo que favoreció notablemente a esta ciudad. De esta manera, quedaban superados su aislamiento y la competencia económica con los comerciantes de Lima, los que habían usufructuado hasta entonces la riqueza minera alto peruana.
La riqueza generada por la intensa actividad comercial del puerto permitió la consolidación de una elite integrada por funcionarios, comerciantes, jefes militares y dignatarios de la Iglesia, la mayor parte de ellos de origen peninsular. También formaba parte de la elite porteña el llamado grupo de los intelectuales criollos.
El acceso a mercaderías más sofisticadas provenientes de Europa modificó las vestimentas de hombres y mujeres e introdujo cambios en el mobiliario y los enseres de las casas.
Las haciendas de Cuyo producían vinos, aguardientes y frutas secas para el mercado potosino. En el período virreinal, Mendoza mantuvo su actividad tradicional porque era el paso obligado a Chile; sus viñateros también fabricaban y vendían carretas. La economía de San Luis se centró en la ganadería, mientras que la de San Juan se empobreció.
A partir de la apertura del puerto de Buenos Aires creció el comercio de los productos de la ganadería (cueros, sebo, astas y tasajo) y, por lo tanto, aumentó la recaudación aduanera. Cuando los españoles fundaron las ciudades de Buenos Aires y del Litoral del actual territorio Argentino llevaron vacas y caballos para uso de la población. Las ventajas naturales de esa zona (clima templado, aguadas y buenos pastos) favorecieron la reproducción natural de estos animales, que dieron origen al llamado ganado cimarrón, es decir el que se alejaba del cuidado del hombre y recuperaba su condición natural o salvaje. A partir de 1608, el Cabildo de Buenos Aires reglamento la explotación de ese ganado. Se otorgaban permisos solo a vecinos de la ciudad para organizar las vaquerías, expediciones destinadas a cazar animales para extraerles el cuero. Esto favoreció la aparición de un tipo social característico de esta región: el Gaucho. Generalmente, no residían en lugar fijo, cabalgaban por las enormes extensiones de campo de la Banda Oriental, Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires y se alimentaban con la carne de los animales cimarrones que faenaban. La ganadería se extendió en toda la región –incluso en la zona de las misiones después de la expulsión de los jesuitas- y se consolidó el sistema productivo de la estancia. Corrientes desarrolló, además, una importante actividad en sus astilleros. Se completó la ocupación del territorio de la Banda Oriental, donde funcionaron los primeros saladeros.
La región del Noroeste había basado su prosperidad de los siglos anteriores en el comercio de alimentos y artesanías con la región minera de Potosí. Con la apertura del puerto de Buenos Aires, las ciudades que se encontraban en la ruta entre la capital virreinal y Potosí conservaron un lugar de importancia, mientras que las que estaban al margen de ese nuevo eje comercial se perjudicaron. Así, Salta siguió  con la producción de trigo y vides en las zonas bajas y el pastoreo en las altas, además de los beneficios que le dejaba la feria de mulas. Tucumán continuó vendiendo sus artesanías (cueros, madera y carretas). En Córdoba perduraron las actividades agrícolas y textiles, aunque la ganadería fue ganando importancia. También La Rioja se volcó a la ganadería. En cambio, Catamarca y Santiago del Estero se empobrecieron.
Extensos territorios se hallaban bajo control de los indígenas, lo que limitaba la expansión de la ganadería y el establecimiento de población. Las autoridades tomaron medidas para poblar y defender las zonas de fronteras con fortines.

LA ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA DE AMÉRICA EN EL S. XVIII

En el siglo XVI y en XVII, España, había concebido un sistema colonial que fue, modelo para las otras naciones europeas. Pero en el siglo XVIII jadeaba esta pesada máquina de engranajes complejos. Se derrumbó por la gran crisis de las metrópolis al comenzar el siglo siguiente. Este es el germen de las futuras emancipaciones americanas.
El modo de comercio que mantenían las metrópolis con sus colonias era un riguroso monopolio comercial, que prohibía a las colonias el comercio con otras potencias europeas. Era un esquema de intercambios: España proveía de productos manufacturados y América de materias primas. Los barcos salían de España dos veces al año, de un puerto único con destino a sólo dos puertos americanos autorizados.
Este sistema no fue beneficioso para los habitantes de las colonias, los productos que llegaban de España eran insuficientes y muy caros para una población que crecía, dado el alto costo del transporte y la gran cantidad de personas que intervenían en el tráfico comercial. Este sistema dio origen a un comercio ilegal: comercio intérlope. Por el debilitamiento de la industria de la península ibérica, ésta estaba incapacitada para enfrentar las crecientes necesidades de América, esta forma de comercio era una necesidad.

ANÁLISIS CARTOGRÁFICO PRIMERA PARTE

1-              Período siglo XVI y XVII
Mapa de América Latina al comienzo de la conquista
1.1.         Descripción del mapa, teniendo en cuenta:
·                     Escala cromática
·                     Divisiones territoriales
El mapa presenta tres referencias cromáticas, el color bordó representa el Virreinato de Nueva España. Con color naranja está representado el Virreinato de Perú. En color beige posesiones inglesas y francesas, y el área portuguesa.
En cuanto a división política se pueden diferenciar dos zonas: los territorios de la corona española, y por otra parte los que no pertenecen a ella.
El Virreinato de Nueva España fue el actual país de México, los estados de CaliforniaNuevo MéxicoArizonaTexasNevadaFloridaUtah y parte de ColoradoWyomingKansas y Oklahoma en Estados Unidos y América Central incluida la zona insular.
El Virreinato del Perú que comprendía la zona de la costa peruana, el suroeste boliviano, norte de Chile y noroeste y centro argentino.
En las referencias nos señala las sedes de audiencias: Guadalajara, México, Guatemala, Panamá, Bogotá, Quito, Lima, Charcas, Santiago de Chile y  Buenos Aires.
1.2  Relaciones políticas, económicas y territoriales de los siglos XVI Y XVII en América latina:
Luego de las primeras exploraciones del continente descubierto, los europeos iniciaron la etapa de conquista del territorio americano. Era un mecanismo común en la época conquistar territorios para obtener los recursos económicos que los Estados necesitaban.
Las zonas que más les interesaban a los europeos eran aquellas ricas en metales preciosos y las que tenían una población abundante y fácil de dominar. Estas condiciones las encontraron especialmente en Mesoamérica (actual territorio de México y América central) y en los Andes centrales (actuales territorios de Ecuador, Perú y Bolivia).
Una vez conquistado el territorio americano, los conquistadores se abocaron a la tarea de organizar el espacio colonizado política, social y económicamente para poder explotarlo en su beneficio. A este proceso se lo denomina colonización y organización del espacio colonial. A esos territorios incorporados a los dominios de un estado extranjero se los llama colonias; y colonialismo, a la relación existente entre los países conquistadores (metrópolis) y los países conquistados.
Las principales metrópolis europeas fueron España, Inglaterra, Portugal, Francia y Holanda y sus periferias eran América, Asia y África. Su principal objetivo era obtener de sus colonias materias primas -algodón, azúcar, cacao, cueros, lanas, café-, esclavos y metales preciosos.
En América, cada una de las metrópolis se apodeó de una parte del territorio y lo administró a su manera. En los primeros tiempos de la conquista, los reyes otorgaban el titulo de adelantado, a los jefes de expediciones. Los adelantados ejercían el gobierno de los territorios conquistados con amplios poderes. Durante el siglo XVI la monarquía española alarmada por el excesivo poder de los adelantados, suprimió el cargo y creó un sistema general de instituciones políticas compuesto por un dispositivo central-peninsular, representado por el rey, sus secretarios y el Consejo de Indias; otro dispositivo central americano, integrado por el virrey y la(s) Audiencia(s); un dispositivo provincial y distrital, con los gobernadores y corregidores o alcaldes mayores; y un dispositivo local, constituido por los cabildos y sus oficiales.
En el caso de las colonias españolas, los conquistadores fundaron ciudades y crearon unidades políticas mayores, llamadas virreinatos. Cada virreinato estaba gobernado por un virrey que era la autoridad máxima y representaba al rey en América. A su vez, los virreinatos se dividían en gobernaciones que contenían diversas ciudades. Finalmente cada ciudad estaba gobernada por un cabildo que era un organismo colegiado, semejante a las actuales municipalidades.
La sociedad creada por los conquistadores fue fundamentalmente urbana, pues fundaron una red de ciudades desde donde organizaban y administraban los territorios conquistados. En ellas residían las autoridades políticas, militares y religiosas, además de ser los centros de toda la actividad comercial y cultural. En suma, reprodujeron en América, la sociedad urbana y comercial que se había consolidado en Europa luego de la crisis del siglo XIV.

Hasta el siglo XVIII, el territorio americano estuvo dividido en dos virreinatos: el de Nueva España, con capital en la ciudad de México y el de Perú con capital en la ciudad de Lima. El virrey ejercía el poder por tres años y dependía del soberano prolongarlo o no en el cargo. Era quien principalmente proclamaba las leyes y tenía la facultad de expedir reglamentos, ordenanzas, licencias, bandos, mercedes, etc.
En 1503 se creó la Casa de Contratación que supervisaba las relaciones marítimas entre  las Indias y la Metrópoli. Entre las autoridades metropolitanas después del rey la máxima autoridad recaía sobre el consejo de indias, creado por Carlos V en 1524. El consejo de indias cumplía funciones de tipo legislativo, administrativo, judicial, eclesiástico  y militar, entre otras, elaboraba las leyes para el gobierno de las colonias, proponían los nombres de los funcionarios que serian enviados a América y promovía juicios a los funcionarios americanos para analizar su gestión de gobierno.
Para mantener la supremacía española sobre los aborígenes, garantizar el orden social, recaudar los impuestos y controlar el tráfico comercial, la corona española impuso sobre sus dominios coloniales americanos un orden administrativo fuertemente centralizado y un sistema comercial totalmente controlado por el estado.
Durante las primeras décadas de la ocupación, los gobiernos coloniales, organizaron las economías de las sociedades americanas bajo su dominio con el fin de que proveyeran metales preciosos y materias primas a las economías de Europa, siguiendo el modelo mercantilista, como política para el desarrollo de las naciones europeas.
La conquista de América impuso sistemas de trabajo servil para los indígenas, y un extendido régimen esclavista (propio de las civilizaciones americanas, asiáticas, europeas y africanas), que se alimentó del secuestro de personas en África y su traslado forzoso a América. En las colonias de España, se estableció un sistema de castas que imponía un rol social. Con la llegada de los europeos cristianos a América, se originó un intenso debate teológico y legal sobre la naturaleza de sus habitantes para su incorporación, expulsión o destrucción mediante la guerra de los territorios que serían dominados por el Imperio español. Esta polémica se saldó con la oposición de la Corona española a su esclavitud y la incorporación de los nativos americanos como súbditos de la Corona española con todos sus derechos. Otras potencias europeas como Inglaterra y Portugal no los considerarían como iguales y en los territorios dominados por ellos el trato seria de esclavitud.
A partir de este momento las leyes de la Corona Española establecieron que los indígenas americanos (amerindios) no serían sometidos a la esclavitud, sino a un régimen de servidumbre denominado "encomienda", mediante el cual eran dados a "encomendados" españoles. El régimen de encomienda establecía que los indígenas debían trabajar obligatoriamente para el encomendero, al mismo tiempo que este se obligaba frente a la Corona del cuidado y "evangelización" de los indígenas.
A diferencia de otros colonizadores como los ingleses, que no admitían el mestizaje por considerar impuras otras razas que no fuesen la suya, el español carecía de prejuicios racistas y por ello se formaron matrimonios mixtos de hombres españoles con mujeres indígenas, esto por otra parte era lógico teniendo también en cuenta que las mujeres españolas siempre fueron escasas en América. Hoy en día, gracias al mestizaje, la población de los países hispanoamericanos comparten antepasados indígenas, europeos y africanos, en diversos grados. Con la llegada de los colonos españoles, arribaron a América enfermedades europeas como la viruela, la gripe, el sarampión y el tifus, contra las cuales las poblaciones nativas no tenían resistencia.
Culturalmente, la conquista de América impuso las características de la civilización europea, imponiendo el uso de lenguas europeas, principalmente del idioma español, extendiendo la escritura, convirtiendo a la población al cristianismo.  Las culturas europeas y americanas adoptaron mutuamente los adelantos técnicos desarrollados por cada una, durante miles de años de desarrollo de sus respectivas civilizaciones y culturas.
En los dos primeros siglos de colonización española, la economía se organizó en torno de los recursos mineros, principalmente el oro y la plata que estaban destinados al mercado externo, ya que se enviaban a Europa. En consecuencia, las regiones privilegiadas por la Corona española fueron las que se dedicaban a la extracción y producción de esos metales preciosos, en particular México y Perú. Esto explica por qué las ciudades de México y Lima se convirtieron en capitales de virreinatos y por tanto en centros del poder político y militar.
Los españoles le dieron tanta importancia a la extracción de metales preciosos que hasta el siglo XVIII la mayor parte de las exportaciones americanas a Europa estaba constituida por oro y plata. En una primera etapa, confiscaron el oro ya trabajado por los indígenas, y luego organizaron la extracción superficial en la zona de Ecuador y Colombia, mediante bateas de madera que colaban el fondo de los cursos fluviales. A fines del siglo XVI ante la escasez de oro, se recurre a la extracción de plata. Los yacimientos más importantes fueron los de Potosí (Bolivia) y los de Zacatecas y Guanajato (México). Las minas pertenecían a la Corona española, pero no las explotaba directamente, daba concesiones particulares que debían pagar el quinto real (la quinta parte de lo obtenido). El sistema productivo de la minería requería de grandes cantidades de mano de obra indígena.
Las zonas mineras atrajeron una gran cantidad de población, lo que dio origen a las ciudades mineras. Fue necesario contar con áreas que produjeran alimentos, animales de carga y manufacturas. Así crecieron las Haciendas, establecimientos dedicados a la cría de animales, la agricultura y la elaboración de artesanías. Sus propietarios eran habían recibido tierras como recompensa en la primera etapa de la conquista o las habían comprado a las autoridades. Algunas fueron dirigidas por órdenes religiosas. En ellas se utilizaba mano de obra indígena y esclavos. Una importante región de Haciendas fue el noroeste argentino que abastecían a Potosí con mulas, carretas, cereales, herramientas de trabajo, textiles de lana y otros productos.
Las regiones especializadas en la agricultura, la ganadería y la elaboración de manufacturas destinaban su producción al mercado interno americano. Generalmente esos productos se enviaban a los centros mineros y las grandes ciudades, donde se encontraba la mayor parte de la población.
En las zonas tropicales, los españoles instalaron plantaciones, grandes establecimientos especializados en un solo cultivo (azúcar, algodón, tabaco, café y cacao) cuya producción se destinaba en gran parte a Europa. En la América española hubo plantaciones de azúcar y tabaco en las Antillas y de cacao en la actual Venezuela.
Para evitar que otros países europeos introdujeran mercaderías en sus dominios americanos, España organizó el comercio en forma de monopolio. Las colonias sólo podían realizar intercambios comerciales con su metrópoli y bajo las condiciones que establecía. Este sistema impuso diferencias muy marcadas entre las regiones americanas, privilegiaba algunas zonas y dejaba en aislamiento otras lo que llevó a que en algunas zonas se difundió la práctica del contrabando.
Los españoles aportaron a sus colonias en América, una serie de elementos técnicos comunes a las civilizaciones euro-asiáticas, que hicieron pasar al continente americano de la Edad de Piedra en que se encontraba en el momento del descubrimiento al siglo XVI europeo, en un tiempo asombrosamente corto.
La colonización de América, y la puesta en contacto de manera regular de los mercados de Europa, Asia y América, a través de las Flotas de Indias y el Galeón de Manila, supuso la globalización de la economía mundial, lo que sentó las bases del capitalismo, tal como avanzó Marx en "El capital. Además, el intercambio de productos agrícolas revolucionó los cultivos en todos los continentes, aumentó la productividad de las tierras y enriqueció la dieta de amplios sectores de la población.