jueves, 2 de diciembre de 2010

ANÁLISIS CARTOGRÁFICO PRIMERA PARTE

1-              Período siglo XVI y XVII
Mapa de América Latina al comienzo de la conquista
1.1.         Descripción del mapa, teniendo en cuenta:
·                     Escala cromática
·                     Divisiones territoriales
El mapa presenta tres referencias cromáticas, el color bordó representa el Virreinato de Nueva España. Con color naranja está representado el Virreinato de Perú. En color beige posesiones inglesas y francesas, y el área portuguesa.
En cuanto a división política se pueden diferenciar dos zonas: los territorios de la corona española, y por otra parte los que no pertenecen a ella.
El Virreinato de Nueva España fue el actual país de México, los estados de CaliforniaNuevo MéxicoArizonaTexasNevadaFloridaUtah y parte de ColoradoWyomingKansas y Oklahoma en Estados Unidos y América Central incluida la zona insular.
El Virreinato del Perú que comprendía la zona de la costa peruana, el suroeste boliviano, norte de Chile y noroeste y centro argentino.
En las referencias nos señala las sedes de audiencias: Guadalajara, México, Guatemala, Panamá, Bogotá, Quito, Lima, Charcas, Santiago de Chile y  Buenos Aires.
1.2  Relaciones políticas, económicas y territoriales de los siglos XVI Y XVII en América latina:
Luego de las primeras exploraciones del continente descubierto, los europeos iniciaron la etapa de conquista del territorio americano. Era un mecanismo común en la época conquistar territorios para obtener los recursos económicos que los Estados necesitaban.
Las zonas que más les interesaban a los europeos eran aquellas ricas en metales preciosos y las que tenían una población abundante y fácil de dominar. Estas condiciones las encontraron especialmente en Mesoamérica (actual territorio de México y América central) y en los Andes centrales (actuales territorios de Ecuador, Perú y Bolivia).
Una vez conquistado el territorio americano, los conquistadores se abocaron a la tarea de organizar el espacio colonizado política, social y económicamente para poder explotarlo en su beneficio. A este proceso se lo denomina colonización y organización del espacio colonial. A esos territorios incorporados a los dominios de un estado extranjero se los llama colonias; y colonialismo, a la relación existente entre los países conquistadores (metrópolis) y los países conquistados.
Las principales metrópolis europeas fueron España, Inglaterra, Portugal, Francia y Holanda y sus periferias eran América, Asia y África. Su principal objetivo era obtener de sus colonias materias primas -algodón, azúcar, cacao, cueros, lanas, café-, esclavos y metales preciosos.
En América, cada una de las metrópolis se apodeó de una parte del territorio y lo administró a su manera. En los primeros tiempos de la conquista, los reyes otorgaban el titulo de adelantado, a los jefes de expediciones. Los adelantados ejercían el gobierno de los territorios conquistados con amplios poderes. Durante el siglo XVI la monarquía española alarmada por el excesivo poder de los adelantados, suprimió el cargo y creó un sistema general de instituciones políticas compuesto por un dispositivo central-peninsular, representado por el rey, sus secretarios y el Consejo de Indias; otro dispositivo central americano, integrado por el virrey y la(s) Audiencia(s); un dispositivo provincial y distrital, con los gobernadores y corregidores o alcaldes mayores; y un dispositivo local, constituido por los cabildos y sus oficiales.
En el caso de las colonias españolas, los conquistadores fundaron ciudades y crearon unidades políticas mayores, llamadas virreinatos. Cada virreinato estaba gobernado por un virrey que era la autoridad máxima y representaba al rey en América. A su vez, los virreinatos se dividían en gobernaciones que contenían diversas ciudades. Finalmente cada ciudad estaba gobernada por un cabildo que era un organismo colegiado, semejante a las actuales municipalidades.
La sociedad creada por los conquistadores fue fundamentalmente urbana, pues fundaron una red de ciudades desde donde organizaban y administraban los territorios conquistados. En ellas residían las autoridades políticas, militares y religiosas, además de ser los centros de toda la actividad comercial y cultural. En suma, reprodujeron en América, la sociedad urbana y comercial que se había consolidado en Europa luego de la crisis del siglo XIV.

Hasta el siglo XVIII, el territorio americano estuvo dividido en dos virreinatos: el de Nueva España, con capital en la ciudad de México y el de Perú con capital en la ciudad de Lima. El virrey ejercía el poder por tres años y dependía del soberano prolongarlo o no en el cargo. Era quien principalmente proclamaba las leyes y tenía la facultad de expedir reglamentos, ordenanzas, licencias, bandos, mercedes, etc.
En 1503 se creó la Casa de Contratación que supervisaba las relaciones marítimas entre  las Indias y la Metrópoli. Entre las autoridades metropolitanas después del rey la máxima autoridad recaía sobre el consejo de indias, creado por Carlos V en 1524. El consejo de indias cumplía funciones de tipo legislativo, administrativo, judicial, eclesiástico  y militar, entre otras, elaboraba las leyes para el gobierno de las colonias, proponían los nombres de los funcionarios que serian enviados a América y promovía juicios a los funcionarios americanos para analizar su gestión de gobierno.
Para mantener la supremacía española sobre los aborígenes, garantizar el orden social, recaudar los impuestos y controlar el tráfico comercial, la corona española impuso sobre sus dominios coloniales americanos un orden administrativo fuertemente centralizado y un sistema comercial totalmente controlado por el estado.
Durante las primeras décadas de la ocupación, los gobiernos coloniales, organizaron las economías de las sociedades americanas bajo su dominio con el fin de que proveyeran metales preciosos y materias primas a las economías de Europa, siguiendo el modelo mercantilista, como política para el desarrollo de las naciones europeas.
La conquista de América impuso sistemas de trabajo servil para los indígenas, y un extendido régimen esclavista (propio de las civilizaciones americanas, asiáticas, europeas y africanas), que se alimentó del secuestro de personas en África y su traslado forzoso a América. En las colonias de España, se estableció un sistema de castas que imponía un rol social. Con la llegada de los europeos cristianos a América, se originó un intenso debate teológico y legal sobre la naturaleza de sus habitantes para su incorporación, expulsión o destrucción mediante la guerra de los territorios que serían dominados por el Imperio español. Esta polémica se saldó con la oposición de la Corona española a su esclavitud y la incorporación de los nativos americanos como súbditos de la Corona española con todos sus derechos. Otras potencias europeas como Inglaterra y Portugal no los considerarían como iguales y en los territorios dominados por ellos el trato seria de esclavitud.
A partir de este momento las leyes de la Corona Española establecieron que los indígenas americanos (amerindios) no serían sometidos a la esclavitud, sino a un régimen de servidumbre denominado "encomienda", mediante el cual eran dados a "encomendados" españoles. El régimen de encomienda establecía que los indígenas debían trabajar obligatoriamente para el encomendero, al mismo tiempo que este se obligaba frente a la Corona del cuidado y "evangelización" de los indígenas.
A diferencia de otros colonizadores como los ingleses, que no admitían el mestizaje por considerar impuras otras razas que no fuesen la suya, el español carecía de prejuicios racistas y por ello se formaron matrimonios mixtos de hombres españoles con mujeres indígenas, esto por otra parte era lógico teniendo también en cuenta que las mujeres españolas siempre fueron escasas en América. Hoy en día, gracias al mestizaje, la población de los países hispanoamericanos comparten antepasados indígenas, europeos y africanos, en diversos grados. Con la llegada de los colonos españoles, arribaron a América enfermedades europeas como la viruela, la gripe, el sarampión y el tifus, contra las cuales las poblaciones nativas no tenían resistencia.
Culturalmente, la conquista de América impuso las características de la civilización europea, imponiendo el uso de lenguas europeas, principalmente del idioma español, extendiendo la escritura, convirtiendo a la población al cristianismo.  Las culturas europeas y americanas adoptaron mutuamente los adelantos técnicos desarrollados por cada una, durante miles de años de desarrollo de sus respectivas civilizaciones y culturas.
En los dos primeros siglos de colonización española, la economía se organizó en torno de los recursos mineros, principalmente el oro y la plata que estaban destinados al mercado externo, ya que se enviaban a Europa. En consecuencia, las regiones privilegiadas por la Corona española fueron las que se dedicaban a la extracción y producción de esos metales preciosos, en particular México y Perú. Esto explica por qué las ciudades de México y Lima se convirtieron en capitales de virreinatos y por tanto en centros del poder político y militar.
Los españoles le dieron tanta importancia a la extracción de metales preciosos que hasta el siglo XVIII la mayor parte de las exportaciones americanas a Europa estaba constituida por oro y plata. En una primera etapa, confiscaron el oro ya trabajado por los indígenas, y luego organizaron la extracción superficial en la zona de Ecuador y Colombia, mediante bateas de madera que colaban el fondo de los cursos fluviales. A fines del siglo XVI ante la escasez de oro, se recurre a la extracción de plata. Los yacimientos más importantes fueron los de Potosí (Bolivia) y los de Zacatecas y Guanajato (México). Las minas pertenecían a la Corona española, pero no las explotaba directamente, daba concesiones particulares que debían pagar el quinto real (la quinta parte de lo obtenido). El sistema productivo de la minería requería de grandes cantidades de mano de obra indígena.
Las zonas mineras atrajeron una gran cantidad de población, lo que dio origen a las ciudades mineras. Fue necesario contar con áreas que produjeran alimentos, animales de carga y manufacturas. Así crecieron las Haciendas, establecimientos dedicados a la cría de animales, la agricultura y la elaboración de artesanías. Sus propietarios eran habían recibido tierras como recompensa en la primera etapa de la conquista o las habían comprado a las autoridades. Algunas fueron dirigidas por órdenes religiosas. En ellas se utilizaba mano de obra indígena y esclavos. Una importante región de Haciendas fue el noroeste argentino que abastecían a Potosí con mulas, carretas, cereales, herramientas de trabajo, textiles de lana y otros productos.
Las regiones especializadas en la agricultura, la ganadería y la elaboración de manufacturas destinaban su producción al mercado interno americano. Generalmente esos productos se enviaban a los centros mineros y las grandes ciudades, donde se encontraba la mayor parte de la población.
En las zonas tropicales, los españoles instalaron plantaciones, grandes establecimientos especializados en un solo cultivo (azúcar, algodón, tabaco, café y cacao) cuya producción se destinaba en gran parte a Europa. En la América española hubo plantaciones de azúcar y tabaco en las Antillas y de cacao en la actual Venezuela.
Para evitar que otros países europeos introdujeran mercaderías en sus dominios americanos, España organizó el comercio en forma de monopolio. Las colonias sólo podían realizar intercambios comerciales con su metrópoli y bajo las condiciones que establecía. Este sistema impuso diferencias muy marcadas entre las regiones americanas, privilegiaba algunas zonas y dejaba en aislamiento otras lo que llevó a que en algunas zonas se difundió la práctica del contrabando.
Los españoles aportaron a sus colonias en América, una serie de elementos técnicos comunes a las civilizaciones euro-asiáticas, que hicieron pasar al continente americano de la Edad de Piedra en que se encontraba en el momento del descubrimiento al siglo XVI europeo, en un tiempo asombrosamente corto.
La colonización de América, y la puesta en contacto de manera regular de los mercados de Europa, Asia y América, a través de las Flotas de Indias y el Galeón de Manila, supuso la globalización de la economía mundial, lo que sentó las bases del capitalismo, tal como avanzó Marx en "El capital. Además, el intercambio de productos agrícolas revolucionó los cultivos en todos los continentes, aumentó la productividad de las tierras y enriqueció la dieta de amplios sectores de la población.

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