sábado, 12 de marzo de 2011

La Primera Guerra Mundial ¿Por qué estalló la guerra?

A lo largo de la primera década del siglo XX, las relaciones entre las principales potencias industriales fueron cada vez más complicadas y tensas. Las rivalidades económicas, los enfrentamientos por el dominio de territorios coloniales y los nacionalismos fomentaron una carrera armamentista y la formación de bloques rivales.
En un principio, los conflictos se resolvían por la vía diplomática o se limitaban a enfrentamientos locales. Sin embargo, las confrontaciones se fueron haciendo incontrolables. Los enfrentamientos no sólo se desarrollaban en Europa sino también en el África, China o el Medio Oriente. Además, había nuevos y muy agresivos competidores como Alemania. Este Estado, pujante y poderoso, se sentía insatisfecho por tener un imperio colonial menos importante. Sus intereses expansionistas en China y África del Sur chocaban con el dominio que los ingleses habían establecido en esas zonas. Justamente, las rivalidades entre Alemania e Inglaterra fueron las que hicieron surgir un sistema de alianzas permanentes entre países que condujo a una guerra mundial. Por un lado se formó la Triple Alianza, que terminó siendo una alianza solo entre Alemania y
Austria-Hungría, pues Italia, el tercer integrante, no tardó en apartarse y unirse al otro bloque. Por otro lado, Francia, el Imperio Ruso y Gran Bretaña se unieron en la Triple Entente.
Finalmente, en agosto de 1914, estalló la Primera Guerra Mundial entre los países de la Triple Alianza y la Triple Entente.
Otros países como Estados Unidos y Japón, se incorporaron años más tarde a la Triple Entente conformando el bloque aliado.

La guerra fue recibida con un fervor patriótico inusitado. Por todas partes los movimientos nacionalistas exaltaban la grandeza nacional y la destrucción de las naciones enemigas. En un principio tan solo los socialistas se manifestaron a favor del pacifismo. Pero su influencia se había debilitado y en ningún lugar se siguieron las consignas de huelga general contra la guerra que la Segunda Internacional había propuesto. Finalmente, casi todos los partidos socialistas acabaron uniéndose al resto de las fuerzas políticas para intervenir en la guerra y contribuir a la defensa nacional.



Las consecuencias de la expansión capitalista en América Latina


La Primera Guerra Mundial tuvo importantes consecuencias también en América Latina pero no porque en este territorio se desarrollaran las batallas sino porque la economía latinoamericana dependía de la europea desde la época colonial y, más aún, desde las independencias. Por lo tanto, las políticas económicas tomadas
por los gobiernos europeos a causa de la guerra repercutieron en América Latina. Para entender estas consecuencias, debemos comprender de qué manera la expansión del capitalismo europeo y norteamericano de mediados del siglo XIX , transformó la economía y la política latinoamericana.


La formación de los Estados nacionales en América Latina y los sistemas políticos oligárquicos





A mediados del siglo XIX, casi la totalidad de los países de América Latina habían logrado su independencia; sin embargo, no estaban organizados. Eran frecuentes las guerras civiles y las desobediencias a gobiernos y leyes. En estas condiciones, no podían producir los bienes primarios que la Europa industrial necesitaba: lana, cobre, salitre, carne, azúcar, entre muchos otros. Por eso, tuvieron que realizar una serie de ajustes. En cada país, los grupos con poder -grandes propietarios de tierras, militares e intelectuales-, aprobaron constituciones, organizaron los gobiernos, crearon instituciones, como la justicia y el ejército nacional,  encargadas de garantizar el cumplimiento de las leyes y el respeto de las autoridades en todo el territorio nacional. Fueron así construyendo Estados nacionales modernos que implementaron políticas para resolver los problemas que frenaban la producción. En estos nuevos Estados, la oligarquía, un reducido grupo dueño de casi todas las tierras, tenía el poder político. Gobernaba para mantenerse en el poder y acrecentar su fortuna. Para ello utilizaba distintas formas de violencia, desde el fraude electoral y el robo de urnas hasta el asesinato de los opositores. A estos sistemas políticos se los denomina oligárquicos. Sin embargo, pronto comenzaron a surgir grupos opositores integrados por los sectores medios y trabajadores urbanos que
reclamaban -al igual que en Europa- la democratización del sistema político. 

Las Economías primario-exportadoras y la División Internacional del Trabajo

Una de las primeras tareas que emprendieron los nuevos Estados fue la conquista de tierras que se encontraban en poder de los indígenas o de la Iglesia. Los nuevos gobiernos conquistaron o expropiaron esas tierras para producir los bienes que Europa demandaba, pero como explotaciones privadas.
Otro de los problemas que debieron resolver se relacionaba con la mano de obra necesaria para trabajar las grandes propiedades. Se presentaban situaciones muy variadas: había países, como Argentina, Uruguay y ciertas áreas del Brasil, en los que faltaban trabajadores; otros, como México o Ecuador, contaban con poblaciones indígenas muy numerosas pero acostumbradas a formas de trabajo tradicionales.
Los gobiernos latinoamericanos alentaron la llegada de trabajadores extranjeros o colaboraron con los grandes propietarios para establecer una disciplina de trabajo muy rigurosa entre los campesinos indígenas.
El sistema de transportes y comunicaciones era muy precario. Las carretas y las mulas tardaban meses en
comunicar los distintos puntos de un país. Con el aporte de capitales extranjeros, se construyeron ferrocarriles, caminos, puentes y sistemas telegráficos que facilitaron las comunicaciones y el transporte de mercaderías entre las áreas rurales, las ciudades y los puertos.
Como resultado de todas estas transformaciones, las economías latinoamericanas fueron creciendo y especializándose en una o varias producciones primarias pero siempre orientadas a la exportación. Se integraron así a la División Internacional del Trabajo. Por ejemplo, la Argentina se especializó en la producción de lana, carnes y cereales; Brasil y Colombia en el café; Cuba y otros países del Caribe
en el azúcar; Chile en el cobre y el estaño.
Como la economía de estos países dependía de la exportación de estos productos primarios, se las denominó economías primario-exportadoras. Los productos industriales que necesitaba la población eran importados de los países industrializados. 
Casi todas estas transformaciones fueron financiadas por los capitales extranjeros -sobre todo ingleses- que dominaban las actividades que eran estratégicas para el funcionamiento de la economía, como los transportes, el comercio y las finanzas. Tenían además inversiones en la minería, en los frigoríficos e ingenios azucareros. En algunos lugares también se ocupaban de la producción agrícola.
Los países de Centroamérica y el Caribe debieron soportar además de la dependencia económica de Estados Unidos, la intervención política y militar de ese país. A principios del siglo XX, los norteamericanos se apropiaron de Puerto Rico. En Cuba permitieron una independencia pero solo formal, ellos controlaban todas las decisiones del gobierno cubano. También favorecieron la constitución de un nuevo país, Panamá, en base a territorios colombianos. Allí construyeron y controlaron el canal de Panamá. Los rápidos éxitos obtenidos, los alentaron para continuar su política de intervenciones en los distintos países del área.
El desarrollo de la economía primario-exportadora transformó las sociedades latinoamericanas: aumentó la población urbana, se modernizaron las ciudades y surgieron nuevos sectores medios y sectores populares, en su mayoría de origen inmigrante.
Sin embargo, estas transformaciones no se produjeron con la misma intensidad en todas las zonas. Aquellas que estaban vinculadas con el comercio mundial crecían y se modernizaban a pasos vertiginosos; el resto casi no participaba de estos cambios. Por ejemplo, en nuestro país la llanura pampeana, zonas como Tucumán y Mendoza y la región patagónica sufrieron profundos cambios porque producían para la exportación. La puna, Catamarca, la mayor parte de Santiago del Estero, entre otras zonas, en cambio, no sufrieron casi transformaciones, sus productos estaban destinados a los mercados locales.

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